La inmunoterapia, también denominada terapia biológica, es un tipo de tratamiento del cáncer diseñado para estimular las defensas naturales del cuerpo a fin de combatir el cáncer. Utiliza materiales producidos por el cuerpo o fabricados en un laboratorio para mejorar, identificar o restaurar la función del sistema inmunitario. Al detener o retrasar el crecimiento de las células cancerosas.
¿Cómo ha surgido esta terapia?
Durante las últimas décadas, se han llevado a cabo sendas investigaciones sobre el sistema inmunológico que nos han permitido comprender más profundamente cómo progresa el cáncer y también, cómo detenerlo. Como resultado de estas investigaciones, se ha descubierto una amplia gama de terapias que han puesto de manifiesto la compleja relación que existe entre los tumores y las células inmunes. Este nuevo enfoque del tratamiento contra el cáncer es el más prometedor desde que se introdujera la quimioterapia allá por la década de los 40.
Debido a las particularidades del sistema inmune tales como su capacidad de memoria, su alta especificidad y su papel central y universal en la biología humana, estos tratamientos consiguen una remisión más duradera e incluso una cura total de la enfermedad con muy pocos o ningún efecto secundario sobre el organismo. Además, son válidos para cualquier paciente independientemente del tipo de cáncer.
No se conoce claramente cómo la inmunoterapia trata el cáncer. Sin embargo, puede funcionar de las siguientes maneras:
- Al detener o retrasar el crecimiento de las células cancerosas.
- Impidiendo que el cáncer se disemine a otras partes del cuerpo.
- Al ayudar al sistema inmunitario para que funcione mejor a la hora de destruir las células cancerosas.
Hay varios tipos de inmunoterapia, incluidos los anticuerpos monoclonales, las inmunoterapias no específicas y las vacunas contra el cáncer.
Anticuerpos monoclonales
Cuando el sistema inmunitario del cuerpo detecta los antígenos, produce anticuerpos. Los antígenos son sustancias nocivas, como las bacterias, los virus, los hongos o los parásitos. Los anticuerpos son proteínas que combaten las infecciones. Los anticuerpos monoclonales son fabricados en un laboratorio. Cuando se los administra a los pacientes, actúan como los anticuerpos que el cuerpo produce naturalmente. Un anticuerpo monoclonal está dirigido contra una proteína específica de las células cancerosas y no afecta a las células que no tienen esa proteína. Cuando un anticuerpo monoclonal se adhiere a una célula cancerosa, puede lograr los siguientes objetivos:
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Permitir al sistema inmunitario destruir la célula cancerosa.
El sistema inmunitario no siempre reconoce a las células cancerosas como nocivas. Un anticuerpo monoclonal puede marcar las células cancerosas al adherirse a partes específicas de las células cancerosas que no se encuentran en las células sanas. Esto hace que el sistema inmunitario encuentre y destruya estas células más fácilmente. Los anticuerpos monoclonales dirigidos a la proteína PD-1 son un buen ejemplo. La PD-1 evita que el sistema inmunitario reconozca que una célula es cancerosa, por lo tanto los fármacos que bloquean la PD-1 le permiten al sistema inmunitario identificar y eliminar el cáncer.
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Evitar que las células cancerosas proliferen rápidamente.
Las sustancias químicas del cuerpo envían señales a las células para que se multipliquen al unirse a los receptores en la superficie de las células. Estas sustancias químicas se denominan factores de crecimiento. El receptor al que se unen se denomina receptor del factor de crecimiento. Algunas células cancerosas generan copias adicionales del receptor del factor de crecimiento. Esto hace que las células cancerosas crezcan más rápido que las células normales. Los anticuerpos monoclonales pueden bloquear estos receptores y evitar que llegue la señal de crecimiento.
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Aplicar radiación directamente en las células cancerosas.
Este tratamiento, denominado radioinmunoterapia, usa anticuerpos monoclonales para transmitir la radiación directamente a las células cancerosas. Al adherir las moléculas radioactivas a los anticuerpos monoclonales en un laboratorio, se pueden administrar dosis bajas de radiación específicamente en el tumor, sin afectar a las células sanas. Entre los ejemplos de estas moléculas radioactivas se incluyen el ibritumomab, el tiuxetan (Zevalin) y el tositumomab (Bexxar).
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Diagnosticar el cáncer.
Los anticuerpos monoclonales que transportan partículas radioactivas también pueden ser de ayuda para diagnosticar algunos tipos de cáncer, como el colorrectal, el de ovario y el de próstata. Unas cámaras especiales identifican el cáncer al mostrar dónde las partículas radioactivas se acumulan en el cuerpo. Además, un patólogo puede usar anticuerpos monoclonales para determinar el tipo de cáncer que una persona puede tener al analizar la muestra del tejido extraído durante una biopsia.
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Transportar los fármacos directamente hacia las células cancerosas.
Algunos anticuerpos monoclonales transportan otros fármacos para el cáncer directamente hacia las células cancerosas. Una vez que el anticuerpo monoclonal se adhiere a la célula cancerosa, el tratamiento que transporta ingresa en la célula. Esto provoca que las células cancerosas mueran sin dañar a otras células sanas. Un ejemplo es Brentuximab vedotin (Adcetris), un tratamiento para determinados tipos de linfomas de Hodgkin y de non-Hodgkin. Otro ejemplo es el trastuzumab emtansine o TDM-1 (Kadcyla), que es un tratamiento para el cáncer de mama positivo para HER2.
Los efectos secundarios del tratamiento con anticuerpos monoclonales son generalmente leves y suelen ser similares a una reacción alérgica. Los posibles efectos secundarios incluyen erupciones cutáneas, presión arterial baja y síntomas parecidos a los de la gripe, como fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, debilidad, cansancio excesivo, pérdida del apetito, malestar estomacal o vómitos.
Si bien se considera a los anticuerpos monoclonales como un tipo de inmunoterapia, también se los clasifica como un tipo de terapia dirigida. La terapia dirigida es un tratamiento que se dirige a los genes o a las proteínas específicos del cáncer, o a las condiciones del tejido que contribuyen a la proliferación y supervivencia del cáncer.
Inmunoterapias no específicas
Al igual que los anticuerpos monoclonales, las inmunoterapias no específicas también ayudan a que el sistema inmunitario destruya las células cancerosas. La mayoría de las inmunoterapias no específicas se administran después o al mismo tiempo que otro tratamiento del cáncer, por ejemplo, la quimioterapia o la radioterapia. Sin embargo, las inmunoterapias no específicas se administran como el principal tratamiento del cáncer.
Las dos inmunoterapias no específicas que se usan con más frecuencia son las siguientes:
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Interferones.
Los interferones ayudan al sistema inmunitario a combatir el cáncer y pueden retardar el crecimiento de las células cancerosas. Un interferón elaborado en un laboratorio, llamado interferón alfa (Roferon-A [2a], Intron A [2b], Alferon [2a]), es el tipo de interferón que se usa con más frecuencia en el tratamiento del cáncer. Los efectos secundarios del tratamiento con interferón pueden incluir síntomas similares a los de gripe, un mayor riesgo de infecciones, erupciones cutáneas y cabello fino.
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Interleuquinas.
Las interleuquinas ayudan al sistema inmunitario a producir células para combatir el cáncer. Una interleuquina elaborada en un laboratorio, la interleuquina-2, IL-2, o aldesleuquina (Proleukin), se utiliza para tratar el cáncer de riñón y de piel, incluido el melanoma. Los efectos secundarios frecuentes del tratamiento con IL-2 incluyen aumento de peso y presión arterial baja, que pueden tratarse con otros medicamentos. Algunas personas también pueden experimentar síntomas similares a los de la gripe.
Vacunas contra el cáncer
Una vacuna es otro método usado para ayudar a combatir la enfermedad. Una vacuna expone al sistema inmunitario a un antígeno. Esto provoca que el sistema inmunitario reconozca y destruya esa proteína o los materiales relacionados. Existen dos tipos de vacunas contra el cáncer: vacunas para prevención y vacunas para tratamiento.
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Vacuna para prevención.
Una vacuna para prevención se administra a una persona que no tiene ningún síntoma de cáncer. Se usa para evitar que una persona desarrolle un tipo específico de cáncer u otra enfermedad relacionada con el cáncer. Por ejemplo, Gardasil y Cervarix son vacunas que evitan que una mujer se infecte con el virus del papiloma humano (VPH). El VPH es un virus que se sabe que provoca el cáncer de cuello uterino y otros tipos de cáncer.
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Vacuna para tratamiento.
Una vacuna para tratamiento ayuda al sistema inmunitario del cuerpo a que combata el cáncer al entrenarlo para que reconozca y destruya las células cancerosas. Puede evitar la reaparición del cáncer, eliminar cualquier célula cancerosa remanente después de otros tipos de tratamiento o detener la proliferación de células cancerosas. Una vacuna para tratamiento está diseñada para ser específica, lo que significa que debe estar dirigida a las células cancerosas sin afectar las células sanas. En este momento, el sipuleucel-T (Provenge) es la única vacuna para tratamiento aprobada en los Estados Unidos. Está diseñada para tratar el cáncer de próstata metastásico. Otras vacunas para tratamientos del cáncer aún están en etapa de desarrollo y sólo se encuentran disponibles a través de ensayos clínicos.
¿Dónde podemos encontrar los datos sobre la inmunoterapia?
Tanto las terapias biológicas experimentales como las aprobadas por la FDA para tipos específicos de cáncer están en evaluación en estudios clínicos. Es posible tener acceso a estas descripciones de estudios al buscar en la lista de estudios clínicos del cáncer del NCI en su sitio web. La lista incluye todos los estudios clínicos financiados por el NCI así como estudios que se llevan a cabo por investigadores en hospitales y en centros médicos de Estados Unidos y del mundo.
Todas estas terapias están siendo desarrolladas y perfeccionadas en los últimos años por los científicos para poder ofrecer al paciente un tratamiento mucho más eficaz, específico y personalizado contra el cáncer a la vez que se busca reducir al máximo los daños colaterales producidos por las terapias tradicionales.
Salvador Escoda
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